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Será mejor darle un descanso a la cámara, porque este increíble crucero no le dará ni un respiro. El viaje comienza en Ámsterdam, la capital de los Países Bajos y la deslumbrante “Venecia del Norte”, famosa por sus encantadores canales. A continuación, se navega por el Bajo Rin para adentrarse en Alemania, con escalas en Düsseldorf, que alberga un impresionante castillo rococó, y en Coblenza, donde el Rin se une al Mosela, una apacible vía fluvial conocida por sus frondosos viñedos y exquisitos vinos. Otros puertos destacados incluyen Bernkastel, con su pintoresca plaza del mercado repleta de casas con entramado de madera, y Trier, la ciudad más antigua de Alemania, de origen romano.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.
Düsseldorf, ciudad con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro comercial textil y cervecero. Fue capital del Ducado de Berg y, en el siglo XIX, se convirtió en un foco de arte e industria gracias a su famosa escuela de pintura. Hoy, con más de 600.000 habitantes, es una ciudad vibrante y moderna, conocida por su moda, vida nocturna y festivales, que combinan tradición y cosmopolitismo.
Koblenz, en la confluencia del Rin y el Mosela, fue fundada por los romanos como “Confluentes”. Su posición estratégica la convirtió en fortaleza y centro comercial clave. Hoy, conserva murallas y torres medievales que evocan su pasado. Destacan la Fortaleza de Ehrenbreitstein, el Deutsches Eck y su encantador casco antiguo. El paisaje fluvial, con castillos y viñedos, completa el encanto histórico de la ciudad.
Traben-Trarbach es conocida por su impresionante arquitectura de estilo Art Nouveau, su rico patrimonio cultural y su pintoresca ubicación a lo largo del río Mosela. Los visitantes pueden explorar el castillo Grevenburg, el Museo de la Media Mosela y el Mont Royal. La ciudad también es conocida por su vino, con numerosas bodegas y bodegas que ofrecen degustaciones y tours. Y para aquellos que disfrutan de actividades al aire libre, Traben-Trarbach es un destino popular para practicar senderismo y ciclismo en las colinas y bosques cercanos.
Bernkastel, en el corazón del valle del Mosela, cautiva con su encanto histórico y entorno natural. La icónica Spitzhäuschen, con su arquitectura de entramado, sorprende a todo visitante. En la plaza del mercado destacan el ayuntamiento renacentista y la fuente del arcángel Miguel. Desde las ruinas del castillo de Landshut se disfrutan vistas espectaculares del valle. Un destino lleno de historia, arte y belleza paisajística.
Trier, la ciudad más antigua de Alemania, es un fascinante cruce entre historia imperial y tradición vinícola. Desde la majestuosa Porta Nigra hasta el anfiteatro romano y el elegante Palacio Electoral, cada rincón refleja siglos de poder y cultura. En la cuna del vino del Mosela, el legado romano sigue vivo entre catedrales, jardines y sabores que seducen los sentidos.