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Será mejor que le dé un respiro a su cámara, porque una vez que se suba a bordo de este crucero, no parará de usarla. Embarque en Ámsterdam, capital de los Países Bajos, la espectacular Venecia del Norte con sus encantadores canales. Continue navegando hacia Alemania, por la Baja Renania, para hacer una parada en la majestuosa Colonia, cuya icónica catedral de dos torres de aguja es reconocida en el mundo entero. Al adentrarse en el curso medio del Rin, oirá la sobrecogedora leyenda de los Lorelei mientras navega por el espectacular desfiladero, entre ruinas de castillos medievales, viñedos exuberantes y pintorescos pueblos vinícolas que salpican este paisaje de cuento. En Coblenza, el Rin se junta con el Mosela, una tranquila vía acuática conocida por su larga historia vinícola. Diríjase hacia el suroeste para visitar Bernkastel, con su casco antiguo de colores caramelo y sus "Spitzhäuschen" desafiantes casas de techos puntiagudos, y por último Trier, la ciudad más antigua de Alemania con 2.000 años de antigüedad.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Koblenz, en la confluencia del Rin y el Mosela, fue fundada por los romanos como “Confluentes”. Su posición estratégica la convirtió en fortaleza y centro comercial clave. Hoy, conserva murallas y torres medievales que evocan su pasado. Destacan la Fortaleza de Ehrenbreitstein, el Deutsches Eck y su encantador casco antiguo. El paisaje fluvial, con castillos y viñedos, completa el encanto histórico de la ciudad.
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Bernkastel, en el corazón del valle del Mosela, cautiva con su encanto histórico y entorno natural. La icónica Spitzhäuschen, con su arquitectura de entramado, sorprende a todo visitante. En la plaza del mercado destacan el ayuntamiento renacentista y la fuente del arcángel Miguel. Desde las ruinas del castillo de Landshut se disfrutan vistas espectaculares del valle. Un destino lleno de historia, arte y belleza paisajística.
Trier, la ciudad más antigua de Alemania, es un fascinante cruce entre historia imperial y tradición vinícola. Desde la majestuosa Porta Nigra hasta el anfiteatro romano y el elegante Palacio Electoral, cada rincón refleja siglos de poder y cultura. En la cuna del vino del Mosela, el legado romano sigue vivo entre catedrales, jardines y sabores que seducen los sentidos.