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Navegue de sur a norte durante estas dos espléndidas semanas, desde Hungría hasta los Países Bajos. Embarque en el imponente Danubio y visite tres capitales increíbles: Budapest, Bratislava y Viena. No hay nada más espectacular que explorar las ricas historias y tradiciones de estas ciudades tan diferentes. Río arriba le esperan verdaderas maravillas, como el órgano más grande de Europa en Passau, el restaurante más antiguo en Ratisbona y la inusual ”cerveza ahumada” de Bamberg. Viajará por el río Meno, que lo llevará sin interrupciones al romántico Rin, donde le esperan vinos de clase mundial y un encanto de cuento en Rüdesheim. Tras esto, la Madre Naturaleza se convierte en la protagonista en la impresionante garganta del Rin. El viaje concluye en la elegante Colonia y en Ámsterdam, la deslumbrante Venecia del Norte.
No es de extrañar que muchos cineastas hayan elegido Budapest como escenario; películas como EVITA, INFERNO y SPY se rodaron aquí. Budapest impresiona como metrópoli y ciudad balneario, con su barrio del Castillo y el emblemático Puente de las Cadenas. Destacan las casas de colores pastel en Herrengasse, la Galería Nacional y el Laberinto, que también sirvió como prisión. Su preso más famoso fue Vlad Tepes de Transilvania, conocido en la historia y en los cuentos como el Conde Drácula. ¡Aquí hay mucho por ver y experimentar!
Antes considerada una ciudad gris, Bratislava se ha convertido en una verdadera perla del Danubio. Su casco antiguo es una joya de la arquitectura medieval y barroca, con calles empedradas y edificios históricos como la Catedral de San Martín, el Ayuntamiento y el Castillo. Bratislava es hoy una ciudad vibrante y moderna, que atrae visitantes de todo el mundo gracias a su rica historia, su encanto y su gastronomía.
Viena es una sinfonía de elegancia imperial y vitalidad moderna. Antiguo corazón de imperios, hoy seduce con sus palacios barrocos, la majestuosidad de su catedral y museos de clase mundial. Aquí resonaron Mozart y Strauss, pero también vibra el arte contemporáneo. Cafeterías históricas invitan a saborear un Apfelstrudel, mientras carruajes cruzan plazas que respiran historia y refinamiento.
Dürnstein es un encantador pueblo de calles estrechas, dominado por la colegiata cuya torre azul es conocida como el "dedo de Dios". En lo alto se encuentran las ruinas del castillo, donde se puede descubrir una fascinante historia: el rey Ricardo Corazón de León fue encarcelado aquí y, según la leyenda, solo gracias a la ayuda de un cantante logró escapar de una muerte segura.
Ninguna visita al valle de Wachau está completa sin descubrir la Abadía de Melk, joya barroca de Austria. Fundada en 1089 sobre un promontorio que domina el Danubio, aún habitada por monjes benedictinos, alberga la escuela más antigua del país. Destacan su biblioteca de manuscritos antiguos, frescos espectaculares, escaleras de caracol y la majestuosa iglesia abacial. Una experiencia espiritual y artística incomparable.
El puerto de Aschach, una parada técnica en su crucero, es un pequeño pero estratégico puerto fluvial que conecta el transporte de mercancías y pasajeros a lo largo del río Danubio. Está situado en la orilla norte, a unos 15 kilómetros al oeste de Linz. Además de su función comercial, el puerto es un punto clave para actividades recreativas, con numerosas rutas de senderismo y ciclismo en los alrededores, y un río popular para la pesca, los deportes acuáticos y paseos en bote.
Donde confluyen el Danubio, el Inn y el Ilz, Passau despliega su encanto barroco entre callejuelas adoquinadas y cúpulas verdes. Antiguo centro de manufactura de espadas legendarias, hoy seduce con su vibrante vida universitaria, la imponente catedral de San Esteban —que alberga uno de los mayores órganos del mundo— y la fortaleza Veste Oberhaus, que domina esta joya a orillas de tres ríos.
En la Edad Media, Regensburg fue una de las ciudades más influyentes del Sacro Imperio Romano Germánico y sede de asambleas imperiales. Hoy, esta joya a orillas del Danubio es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las ciudades medievales mejor conservadas de Alemania. Iglesias imponentes, casas patricias, el puente de piedra del siglo XII y la histórica Wurstkuchl revelan su alma bávara y 2.000 años de historia.
Kelheim, en Baviera, se ubica en la confluencia del Altmühl y el Danubio. Famosa por el Canal Meno-Danubio, que conecta el Mar del Norte con el Mar Negro, destaca también por su casco antiguo y joyas como la Sala de la Liberación y la Abadía benedictina. Rodeada de colinas y el desfiladero del Danubio, es ideal para senderismo, ciclismo y degustar cerveza bávara en sus tradicionales cervecerías.
Núremberg es una ciudad con una rica historia que abarca tanto la Edad Media como el siglo XX. El casco antiguo medieval está rodeado por murallas del siglo XIV y cuenta con una impresionante arquitectura gótica, incluyendo el castillo de Núremberg y la iglesia de San Sebaldo del siglo XII. La historia medieval de la ciudad se refleja también en las casas con entramado de madera bellamente conservadas, las estrechas calles y las fuentes históricas que se encuentran por toda la ciudad
Bamberg, joya medieval de Baviera, deslumbra con su arquitectura barroca y pasión cervecera. Entre sus imprescindibles están la Alte Hofhaltung, la Catedral de 1002 y la Nueva Residencia con su rosaleda. La ciudad es famosa por sus cervecerías tradicionales, que la convierten en un paraíso para los amantes de la cerveza. Como curiosidad, aún se puede ver en funcionamiento la esclusa 100 del Canal Ludwig-Main-Danubio, operada manualmente.
Eltmann, en la región vinícola de Franconia, Baviera, se alza junto al río Meno entre colinas y viñedos. Con más de mil años de historia, fue mencionada por primera vez en el siglo VIII como “Eltamanneshusun”. Bajo dominio episcopal, prosperó como centro comercial medieval gracias al Meno. Pese a los daños sufridos en la Segunda Guerra Mundial, fue reconstruida y hoy es una ciudad acogedora que atrae a visitantes por su historia y encanto.
Würzburg, en el norte de Baviera, combina historia, arte y vino. Destaca por su arquitectura barroca, como la imponente Residencia, Patrimonio de la Humanidad, la Fortaleza Marienberg y la Catedral de San Kilian. Sus museos, plazas y viñedos invitan a explorar la ciudad a pie o en bicicleta. Con vistas al río Main y una rica herencia cultural, Würzburg seduce con encanto y elegancia.
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Miltenberg parece detenida en el tiempo: entramados perfectos, calles que susurran leyendas y una plaza que respira historia. Desde el castillo Mildenburg hasta el Hotel zum Riesen —donde durmieron reyes y se contaron historias de brujas—, todo invita a imaginar. En sus torres aún resuenan ecos del pasado oscuro. Hoy, entre vinos de Franconia, pan rústico y embutidos, la ciudad seduce con una belleza serena y profunda.
Rüdesheim, con sus edificios históricos, callejuelas sinuosas y los viñedos circundantes, es un destino turístico popular. La historia de la ciudad se remonta a la época romana y ha sido influenciada por diversas culturas y tradiciones. Uno de los puntos destacados de Rüdesheim es su cultura del vino. Aquí se encuentran algunos de los mejores viñedos de Alemania, famosos en particular por su Riesling. Una atracción popular es el teleférico de Rüdesheim, que ofrece vistas impresionantes. No se pierda la famosa bebida llamada Rüdesheimer Kaffee, una especialidad de café preparada con Asbach Uralt, un tipo de brandy alemán, y coronado con nata montada.
Koblenz, en la confluencia del Rin y el Mosela, fue fundada por los romanos como “Confluentes”. Su posición estratégica la convirtió en fortaleza y centro comercial clave. Hoy, conserva murallas y torres medievales que evocan su pasado. Destacan la Fortaleza de Ehrenbreitstein, el Deutsches Eck y su encantador casco antiguo. El paisaje fluvial, con castillos y viñedos, completa el encanto histórico de la ciudad.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.