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Castillos, iglesias, patrimonio cultural, gastronomía: este crucero por las aguas del Danubio está repleto de atractivos. Desde apacibles pueblitos, dinámicas capitales, el majestuoso paraje natural del valle de Wachau hasta maravillas de la humanidad como la abadía de Melk: lo mejor de Hungría, Eslovaquia y Austria en un mismo viaje. Embarque en Budapest, la Perla del Danubio, cuyo inmenso edificio del Parlamento se extiende a orillas del río. En esta ciudad, dispondrá de tiempo suficiente para recorrer la Plaza de los Héroes, el Distrito del Castillo y el Bastión de los Pescadores e incluso visitar unos baños termales o unas cuevas, si le apetece. Explore Hungría un poco más a fondo haciendo parada en Estrigonia y después ponga rumbo a la cercana Bratislava, con su espectacular casco histórico, antes de arribar a Viena, la espléndida Ciudad de la Música austriaca. La ruta también pasa por Tulln, una de las ciudades más antiguas de Austria; Grein, una diminuta y encantadora localidad; y Linz, declarada Capital Europea de la Cultura. Para cerrar el círculo, la espectacular llegada a Budapest será un momento mágico con el que culminar la travesía.
No es de extrañar que muchos cineastas hayan elegido Budapest como escenario; películas como EVITA, INFERNO y SPY se rodaron aquí. Budapest impresiona como metrópoli y ciudad balneario, con su barrio del Castillo y el emblemático Puente de las Cadenas. Destacan las casas de colores pastel en Herrengasse, la Galería Nacional y el Laberinto, que también sirvió como prisión. Su preso más famoso fue Vlad Tepes de Transilvania, conocido en la historia y en los cuentos como el Conde Drácula. ¡Aquí hay mucho por ver y experimentar!
Antes considerada una ciudad gris, Bratislava se ha convertido en una verdadera perla del Danubio. Su casco antiguo es una joya de la arquitectura medieval y barroca, con calles empedradas y edificios históricos como la Catedral de San Martín, el Ayuntamiento y el Castillo. Bratislava es hoy una ciudad vibrante y moderna, que atrae visitantes de todo el mundo gracias a su rica historia, su encanto y su gastronomía.
Tulln, una de las ciudades más antiguas de Austria, combina historia imperial, belleza natural y arte. Fundada por los romanos como Comagena, conserva un encantador centro histórico, jardines exuberantes y el legado del artista Egon Schiele. La fuente de los Nibelungos recuerda la leyenda de Kriemhild y el rey Etzel. A orillas del Danubio, esta “ciudad de las flores” florece con elegancia y poesía.
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Viena es una sinfonía de elegancia imperial y vitalidad moderna. Antiguo corazón de imperios, hoy seduce con sus palacios barrocos, la majestuosidad de su catedral y museos de clase mundial. Aquí resonaron Mozart y Strauss, pero también vibra el arte contemporáneo. Cafeterías históricas invitan a saborear un Apfelstrudel, mientras carruajes cruzan plazas que respiran historia y refinamiento.
Típico de Austria. Para entretener a los viajeros, en 1793 se construyó en Grein el Teatro Rococó, ubicado en el centro del pintoresco casco antiguo y conservado hasta hoy. Su sala de madera está dentro del actual ayuntamiento. ¡Imprescindible visitarlo! Además, el castillo de Greinsburg alberga el Museo de la Navegación, ofreciendo una fascinante visión sobre la historia de la navegación en el Danubio.
Linz es a menudo recordada solo por la tarta de Linz y la Sinfonía de Linz de Mozart. La ciudad es subestimada, con su plaza principal barroca y su hermoso casco antiguo. También se encuentra allí el Palacio Thun, donde Mozart se alojó una vez para presentar al Conde Thun-Hohenstein una nueva sinfonía. Pero como no la tenía consigo, la escribió apresuradamente en Linz.
Ninguna visita al valle de Wachau está completa sin descubrir la Abadía de Melk, joya barroca de Austria. Fundada en 1089 sobre un promontorio que domina el Danubio, aún habitada por monjes benedictinos, alberga la escuela más antigua del país. Destacan su biblioteca de manuscritos antiguos, frescos espectaculares, escaleras de caracol y la majestuosa iglesia abacial. Una experiencia espiritual y artística incomparable.
Dürnstein es un encantador pueblo de calles estrechas, dominado por la colegiata cuya torre azul es conocida como el "dedo de Dios". En lo alto se encuentran las ruinas del castillo, donde se puede descubrir una fascinante historia: el rey Ricardo Corazón de León fue encarcelado aquí y, según la leyenda, solo gracias a la ayuda de un cantante logró escapar de una muerte segura.
La basílica de Esztergom es la iglesia más grande de Hungría y sede de la Iglesia católica húngara. Su Tesoro de la Catedral, inaugurado en 1886 para conservar y exhibir instrumentos litúrgicos, alberga destacadas obras maestras de gran valor artístico e histórico. Entre ellas destaca el Calvario del Rey Matías, una cruz de oro de más de cinco kilos procedente de Francia, tan emblemática como conocida. En la región, también merece la pena visitar las ruinas de la fortaleza de Visegrád y sus excelentes bodegas.