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Ocho días, cuatro países y… ¿un río en llamas? Vivirá de primera mano cómo el Rin serpentea junto a praderas, zonas industriales y castillos encaramados en los acantilados y, por supuesto, por las muchas ciudades, pueblos y aldeas cuyas historias recordará durante años. Las paradas incluyen Ámsterdam, la deslumbrante capital de los Países Bajos; la monumental Colonia, la antigua capital Bonn, el encantador pueblo vinícola de Rüdesheim, Breisach, hogar de una de las bodegas más grandes de Europa, y otros puertos increíbles; así como la impresionante Estrasburgo, en Francia, y Basilea, en Suiza, donde confluyen Suiza, Alemania y Francia. Además, un “extra” verdaderamente mágico: el Riverside Debussy llega a Coblenza para el festival anual Rhine in Flames, un sobrecogedor espectáculo de fuegos artificiales a lo largo del río, con música y entretenimiento.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.
Utrecht cautiva con su armonía entre historia y modernidad. La Torre de la Catedral corona una ciudad de canales únicos, con terrazas al nivel del agua, boutiques y cafés. La Casa Rietveld-Schröder deslumbra con su diseño vanguardista, y museos como el Centraal y el del Ferrocarril enriquecen la experiencia. Con su ambiente universitario y patrimonio cultural, Utrecht vibra con energía y encanto holandés.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Bonn, en el oeste de Alemania, destaca por su herencia romana y por haber sido capital de la República Federal entre 1949 y 1990. Esta etapa marcó su modernización y espíritu cosmopolita, sin perder el encanto de su casco histórico. La ciudad ofrece cultura y elegancia, con joyas como la casa natal de Beethoven y el Palacio de Poppelsdorf, actual sede universitaria rodeada de jardines y arquitectura barroca.
Koblenz, en la confluencia del Rin y el Mosela, fue fundada por los romanos como “Confluentes”. Su posición estratégica la convirtió en fortaleza y centro comercial clave. Hoy, conserva murallas y torres medievales que evocan su pasado. Destacan la Fortaleza de Ehrenbreitstein, el Deutsches Eck y su encantador casco antiguo. El paisaje fluvial, con castillos y viñedos, completa el encanto histórico de la ciudad.
Rüdesheim, con sus edificios históricos, callejuelas sinuosas y los viñedos circundantes, es un destino turístico popular. La historia de la ciudad se remonta a la época romana y ha sido influenciada por diversas culturas y tradiciones. Uno de los puntos destacados de Rüdesheim es su cultura del vino. Aquí se encuentran algunos de los mejores viñedos de Alemania, famosos en particular por su Riesling. Una atracción popular es el teleférico de Rüdesheim, que ofrece vistas impresionantes. No se pierda la famosa bebida llamada Rüdesheimer Kaffee, una especialidad de café preparada con Asbach Uralt, un tipo de brandy alemán, y coronado con nata montada.
Mannheim, conocida como la “ciudad de los inventos”, vio nacer el automóvil y la bicicleta. Su imponente castillo barroco, el segundo más grande de Europa tras Versalles, domina el paisaje junto al Rin. El casco urbano en cuadrícula, la icónica Torre de Agua y museos como la Kunsthalle y los Reiss-Engelhorn completan una ciudad vibrante y cosmopolita, ideal para quienes buscan cultura con un toque de innovación.
Estrasburgo es una hermosa ciudad francesa situada cerca de la frontera alemana. Conocida por su rica historia y su impresionante arquitectura, es hogar de la impresionante catedral de Notre-Dame y su icónica torre de reloj. Además, cuenta con el pintoresco barrio de La Petite France, que se encuentra junto al río Ill y está lleno de calles empedradas y casas con entramado de madera. La ciudad es también el hogar del Palais Rohan, un impresionante edificio del siglo XVIII que actualmente alberga tres museos.
Basilea, en la confluencia del Rin y las fronteras con Alemania y Francia, combina historia, arte e innovación. Con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro cultural y de imprenta. Hoy destaca por su industria farmacéutica y museos de prestigio. Su catedral gótica del siglo XIII es un emblema de la ciudad, al igual que su célebre Fasnacht, un carnaval único que atrae a miles cada febrero.