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Este emocionante crucero por el Rin ofrece una mirada fresca y entretenida a una de las bebidas más populares de Europa: ¡la cerveza! Durante este viaje de 8 días, se sumergirá en la historia centenaria y las tradiciones únicas de la elaboración cervecera en Suiza, Francia, Alemania y los Países Bajos, echando también un vistazo a las tendencias del futuro. Acompañado por un experimentado sumiller de cerveza, disfrutará a bordo de interesantes conferencias, catas y maridajes con cerveza, así como de un exclusivo evento gastronómico acompañado de cerveza. En tierra, dentro del programa de excursiones contratado, visitará cervecerías regionales, acogedores pubs y lugares históricos que reflejan la cultura cervecera de cada destino; entre ellos, Ámsterdam, donde desde hace más de 750 años se elabora una forma única de “pan líquido”. Día 1 – Basilea Llegada y embarque. ¡Bienvenido a bordo! Día 2 – Kehl / Estrasburgo Descubra la tradición cervecera de Alsacia entre casas con entramado de madera y flammkuchen. Día 3 – Espira – Mannheim Explore antiguas cervecerías a lo largo del Rin, con abundante historia en cada vaso. Día 4 – Rüdesheim Disfrute de una cerveza recién tirada en medio de románticos paisajes de vino y cerveza. Día 5 – Colonia Viva de cerca la cultura Kölsch: desde la visita a la cervecería hasta la típica cerveza servida en vaso estrecho (Stange). Día 6 – Arnhem Descubra el arte cervecero holandés y especialidades locales en un ambiente acogedor. Día 7 – Ámsterdam Visitas a cervecerías, tendencias del craft beer y cervezas tradicionales en el corazón de la capital. Día 8 – Ámsterdam Desembarque y regreso individual a casa – o un último sorbo de historia cervecera neerlandesa.
Basilea, en la confluencia del Rin y las fronteras con Alemania y Francia, combina historia, arte e innovación. Con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro cultural y de imprenta. Hoy destaca por su industria farmacéutica y museos de prestigio. Su catedral gótica del siglo XIII es un emblema de la ciudad, al igual que su célebre Fasnacht, un carnaval único que atrae a miles cada febrero.
Estrasburgo es una hermosa ciudad francesa situada cerca de la frontera alemana. Conocida por su rica historia y su impresionante arquitectura, es hogar de la impresionante catedral de Notre-Dame y su icónica torre de reloj. Además, cuenta con el pintoresco barrio de La Petite France, que se encuentra junto al río Ill y está lleno de calles empedradas y casas con entramado de madera. La ciudad es también el hogar del Palais Rohan, un impresionante edificio del siglo XVIII que actualmente alberga tres museos.
Speyer se encuentra en el suroeste de Alemania y tiene una rica historia. En el corazón de la ciudad se encuentra la Catedral de Speyer, un magnífico ejemplo de arquitectura románica que es uno de los edificios más grandes de su tipo en todo el mundo. Los visitantes de la catedral pueden admirar su interior magnífico, con complejas bóvedas, vidrieras artísticas y un gran órgano del siglo XVIII. Además de la catedral, Speyer también alberga el Museo Tecnológico de Speyer. El museo muestra una amplia colección de coches antiguos, aviones, locomotoras y otros maravillas técnicas de diferentes épocas.
Mannheim, conocida como la “ciudad de los inventos”, vio nacer el automóvil y la bicicleta. Su imponente castillo barroco, el segundo más grande de Europa tras Versalles, domina el paisaje junto al Rin. El casco urbano en cuadrícula, la icónica Torre de Agua y museos como la Kunsthalle y los Reiss-Engelhorn completan una ciudad vibrante y cosmopolita, ideal para quienes buscan cultura con un toque de innovación.
Rüdesheim, con sus edificios históricos, callejuelas sinuosas y los viñedos circundantes, es un destino turístico popular. La historia de la ciudad se remonta a la época romana y ha sido influenciada por diversas culturas y tradiciones. Uno de los puntos destacados de Rüdesheim es su cultura del vino. Aquí se encuentran algunos de los mejores viñedos de Alemania, famosos en particular por su Riesling. Una atracción popular es el teleférico de Rüdesheim, que ofrece vistas impresionantes. No se pierda la famosa bebida llamada Rüdesheimer Kaffee, una especialidad de café preparada con Asbach Uralt, un tipo de brandy alemán, y coronado con nata montada.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Arnhem, en el este de los Países Bajos y a orillas del Rin, combina historia y naturaleza. Destacan el puente John Frost, la iglesia de Eusebio y museos como el Museo Nacional al Aire Libre o el de Arte Moderno. Su entorno natural invita a recorrer rutas de senderismo y ciclismo entre colinas y bosques. Arnhem es una joya cultural e histórica, ideal para quienes buscan arte, historia y paisajes.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.