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Algunos cruceros no necesitan mucho tiempo para causar una excelente impresión, como este, que ofrece una experiencia rica en tan solo cinco días. Comenzará en el río Mosela, en la ciudad más antigua de Alemania, Trier, donde abundan las evidencias de la presencia e influencia del Imperio Romano. Allí, podrá admirar los vestigios de sus logros arquitectónicos y los numerosos viñedos que plantaron, hoy en día florecientes viñedos y en plena producción. A continuación, visitaremos Cochem, donde los melocotones rojos del Mosela, únicos en la región, dejarán a sus papilas gustativas con ganas de más, Bonn, la vibrante antigua capital de Alemania; y Colonia, hogar de una de las catedrales de dos agujas más maravillosas del mundo. Finalmente, cruzaremos a los Países Bajos hasta llegar a la encantadora Ámsterdam. Pronto descubrirá que su reputación como la espectacular “Venecia del Norte” le está bien merecida. ¿Qué le parece un romántico crucero por los canales o una visita a los grandes maestros neerlandeses en el mundialmente famosos Rijksmuseum? Sea cual sea su elección, todo lo que experimente será el final perfecto para su escapada Riverside.
Trier, la ciudad más antigua de Alemania, es un fascinante cruce entre historia imperial y tradición vinícola. Desde la majestuosa Porta Nigra hasta el anfiteatro romano y el elegante Palacio Electoral, cada rincón refleja siglos de poder y cultura. En la cuna del vino del Mosela, el legado romano sigue vivo entre catedrales, jardines y sabores que seducen los sentidos.
Cochem, joya del Mosela con 5.000 habitantes, cautiva por su ambiente animado y su belleza natural. Pasear por el río, subir a los viñedos y descubrir su castillo del año 1000, reconstruido por Louis Ravené tras su destrucción, es una experiencia única. Con pasadizos secretos y salones decorados con astas, el castillo fue vendido a los nazis en 1942. Hoy es propiedad de la ciudad y se puede visitar en visitas guiadas.
Bonn, en el oeste de Alemania, destaca por su herencia romana y por haber sido capital de la República Federal entre 1949 y 1990. Esta etapa marcó su modernización y espíritu cosmopolita, sin perder el encanto de su casco histórico. La ciudad ofrece cultura y elegancia, con joyas como la casa natal de Beethoven y el Palacio de Poppelsdorf, actual sede universitaria rodeada de jardines y arquitectura barroca.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.