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Le espera un festín visual mientras navega por partes de Alemania, Francia y Suiza, experimentando sus apasionantes culturas y una rica historia milenaria. Comenzaremos en Trier, a orillas del Mosela, donde las marcas indelebles del Imperio Romano son visibles por doquier. Podrá admirar vestigios de sus logros arquitectónicos y los viñedos que los romanos plantaron, ahora florecientes y en plena producción. Visitaremos Zell, una ciudad fundada por los romanos, ocupada por Francia y controlada por Prusia antes de formar parte de Alemania. Luego, en Cochem, descubrirá el extraordinario melocotón rojo de viña del Mosela. A continuación, entraremos en el Rin, donde visitaremos Rüdesheim, ubicada en la asombrosa garganta del Rin; Mannheim, con su impontente complejo palaciego, y Speyer, lugar de descanso eterno de reyes y emperadores del Sacro Imperio Romano. Para poner el broche a este viaje, exploraremos Estrasburgo, bordeada por canales; Breisach, donde Alsacia coquetea con la Selva Negra, y Basilea, el punto de encuentro entre Suiza, Alemania y Francia.
Trier, la ciudad más antigua de Alemania, es un fascinante cruce entre historia imperial y tradición vinícola. Desde la majestuosa Porta Nigra hasta el anfiteatro romano y el elegante Palacio Electoral, cada rincón refleja siglos de poder y cultura. En la cuna del vino del Mosela, el legado romano sigue vivo entre catedrales, jardines y sabores que seducen los sentidos.
Cochem, joya del Mosela con 5.000 habitantes, cautiva por su ambiente animado y su belleza natural. Pasear por el río, subir a los viñedos y descubrir su castillo del año 1000, reconstruido por Louis Ravené tras su destrucción, es una experiencia única. Con pasadizos secretos y salones decorados con astas, el castillo fue vendido a los nazis en 1942. Hoy es propiedad de la ciudad y se puede visitar en visitas guiadas.
Rüdesheim, con sus edificios históricos, callejuelas sinuosas y los viñedos circundantes, es un destino turístico popular. La historia de la ciudad se remonta a la época romana y ha sido influenciada por diversas culturas y tradiciones. Uno de los puntos destacados de Rüdesheim es su cultura del vino. Aquí se encuentran algunos de los mejores viñedos de Alemania, famosos en particular por su Riesling. Una atracción popular es el teleférico de Rüdesheim, que ofrece vistas impresionantes. No se pierda la famosa bebida llamada Rüdesheimer Kaffee, una especialidad de café preparada con Asbach Uralt, un tipo de brandy alemán, y coronado con nata montada.
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Estrasburgo es una hermosa ciudad francesa situada cerca de la frontera alemana. Conocida por su rica historia y su impresionante arquitectura, es hogar de la impresionante catedral de Notre-Dame y su icónica torre de reloj. Además, cuenta con el pintoresco barrio de La Petite France, que se encuentra junto al río Ill y está lleno de calles empedradas y casas con entramado de madera. La ciudad es también el hogar del Palais Rohan, un impresionante edificio del siglo XVIII que actualmente alberga tres museos.
Breisach, en Baden-Württemberg junto al Rin y cerca de Francia, combina historia, vino y naturaleza. Su catedral de San Esteban, del siglo XIII, mezcla estilos románico y gótico. En el corazón de la región vinícola de Baden, es famosa por sus vinos blancos y espumosos. Rodeada por la Selva Negra, ofrece paisajes únicos, pueblos encantadores y tradiciones como los relojes de cuco y el soplado de vidrio.
Basilea, en la confluencia del Rin y las fronteras con Alemania y Francia, combina historia, arte e innovación. Con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro cultural y de imprenta. Hoy destaca por su industria farmacéutica y museos de prestigio. Su catedral gótica del siglo XIII es un emblema de la ciudad, al igual que su célebre Fasnacht, un carnaval único que atrae a miles cada febrero.