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Dos países muy diferentes le esperan en este crucero de 8 días desde el norte de los Países Bajos hasta Alemania. Suba a bordo en Ámsterdam, donde los canales, sin olvidar la fantástica arquitectura del Siglo de Oro neerlandés, hacen de esta ciudad un lugar único. Seguimos a Lelystad con su réplica del buque insignia Batavia de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, y Arnhem, que sirvió de inspiración para la película Un puente lejano (A Bridge Too Far) sobre la Segunda Guerra Mundial. Cruzamos a Alemania y echamos el ancla en Düsseldorf con su encantador casco antiguo; la majestuosa Colonia, hogar de una de las catedrales de dos agujas más espectaculares del mundo, y Bonn, capital de Alemania Occidental desde el 1949 hasta el 1990 y de la Alemania unificada del 1990 al 1999. También pararemos en Rüdesheim, un pintoresco pueblo vinícola en el corazón de la garganta del Rin, donde hay ruinas de castillos en prácticamente cada acantilado. Desembarque en la bulliciosa Frankfurt para finalizar sus maravillosas vacaciones.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.
Enkhuizen, encantadora ciudad portuaria del norte de los Países Bajos, brilla por su legado marítimo y sus monumentos como la Drommedaris y las iglesias Zuiderkerk y Westerkerk. El Museo Zuiderzee revive la historia local, y el jardín botánico De Witte Tuin añade un toque natural. Ideal para navegar o hacer windsurf en el IJsselmeer, también ofrece rutas de senderismo y ciclismo. Un destino lleno de cultura y naturaleza.
Lelystad, fundada en 1967 sobre tierras ganadas al mar, es un ejemplo de innovación holandesa. A orillas del Markermeer, sorprende con atracciones como la réplica del buque Batavia, el parque temático Aviodrome y la reserva Oostvaardersplassen, ideal para avistamiento de aves y rutas al aire libre. Una ciudad moderna donde naturaleza, historia y diseño conviven bajo el nivel del mar.
Nijmegen, la ciudad más antigua de los Países Bajos, combina legado romano con una energía joven y vibrante. A orillas del río Waal, seduce con rincones como el Parque Valkhof, donde Carlomagno mandó construir un palacio, o la capilla de San Nicolás, de planta hexadecagonal. De Waagh, su histórica casa de pesaje, y sus elegantes parques invitan a disfrutar de una ciudad con alma milenaria y espíritu contemporáneo.
Düsseldorf, ciudad con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro comercial textil y cervecero. Fue capital del Ducado de Berg y, en el siglo XIX, se convirtió en un foco de arte e industria gracias a su famosa escuela de pintura. Hoy, con más de 600.000 habitantes, es una ciudad vibrante y moderna, conocida por su moda, vida nocturna y festivales, que combinan tradición y cosmopolitismo.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Bonn, en el oeste de Alemania, destaca por su herencia romana y por haber sido capital de la República Federal entre 1949 y 1990. Esta etapa marcó su modernización y espíritu cosmopolita, sin perder el encanto de su casco histórico. La ciudad ofrece cultura y elegancia, con joyas como la casa natal de Beethoven y el Palacio de Poppelsdorf, actual sede universitaria rodeada de jardines y arquitectura barroca.
Bernkastel, en el corazón del valle del Mosela, cautiva con su encanto histórico y entorno natural. La icónica Spitzhäuschen, con su arquitectura de entramado, sorprende a todo visitante. En la plaza del mercado destacan el ayuntamiento renacentista y la fuente del arcángel Miguel. Desde las ruinas del castillo de Landshut se disfrutan vistas espectaculares del valle. Un destino lleno de historia, arte y belleza paisajística.
Rüdesheim, con sus edificios históricos, callejuelas sinuosas y los viñedos circundantes, es un destino turístico popular. La historia de la ciudad se remonta a la época romana y ha sido influenciada por diversas culturas y tradiciones. Uno de los puntos destacados de Rüdesheim es su cultura del vino. Aquí se encuentran algunos de los mejores viñedos de Alemania, famosos en particular por su Riesling. Una atracción popular es el teleférico de Rüdesheim, que ofrece vistas impresionantes. No se pierda la famosa bebida llamada Rüdesheimer Kaffee, una especialidad de café preparada con Asbach Uralt, un tipo de brandy alemán, y coronado con nata montada.
Fráncfort del Meno, con raíces romanas, creció como centro comercial y ciudad libre del Imperio. En el Renacimiento destacó en la imprenta y más tarde en la ciencia con su universidad. Tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, resurgió como capital financiera europea, sede del Banco Central Europeo. El río Meno ha sido clave para su desarrollo, conectando y nutriendo esta ciudad dinámica y cosmopolita.