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En este crucero tan especial navegará 12 días durante la Navidad por Suiza, Francia, Alemania y los Países Bajos a lo largo del río Rin. Empápese de las tradiciones centenarias en cada país, visitando mercados navideños: algunos grandes, otros pequeños, pero todos especiales. Desde Basilea, en Suiza, navegará hasta una ciudad de cuento, Estrasburgo, en Francia. En Alemania, pararemos en Mannheim, la ciudad de las invenciones; la bulliciosa Frankfurt; la regia Colonia; el pintoresco pueblo de Rüdesheim y otros puertos cautivadores. El espíritu navideño le llega incluso a la Madre Naturaleza, que nos regala momentos memorables en la garganta del Rin, repleta de castillos. La aventura termina en Amsterdam, la reluciente Venecia del Norte, donde podrá celebrar y abrir los regalos a la manera neerlandesa.
Basilea, en la confluencia del Rin y las fronteras con Alemania y Francia, combina historia, arte e innovación. Con raíces romanas, floreció en la Edad Media como centro cultural y de imprenta. Hoy destaca por su industria farmacéutica y museos de prestigio. Su catedral gótica del siglo XIII es un emblema de la ciudad, al igual que su célebre Fasnacht, un carnaval único que atrae a miles cada febrero.
Estrasburgo es una hermosa ciudad francesa situada cerca de la frontera alemana. Conocida por su rica historia y su impresionante arquitectura, es hogar de la impresionante catedral de Notre-Dame y su icónica torre de reloj. Además, cuenta con el pintoresco barrio de La Petite France, que se encuentra junto al río Ill y está lleno de calles empedradas y casas con entramado de madera. La ciudad es también el hogar del Palais Rohan, un impresionante edificio del siglo XVIII que actualmente alberga tres museos.
Speyer se encuentra en el suroeste de Alemania y tiene una rica historia. En el corazón de la ciudad se encuentra la Catedral de Speyer, un magnífico ejemplo de arquitectura románica que es uno de los edificios más grandes de su tipo en todo el mundo. Los visitantes de la catedral pueden admirar su interior magnífico, con complejas bóvedas, vidrieras artísticas y un gran órgano del siglo XVIII. Además de la catedral, Speyer también alberga el Museo Tecnológico de Speyer. El museo muestra una amplia colección de coches antiguos, aviones, locomotoras y otros maravillas técnicas de diferentes épocas.
Mannheim, conocida como la “ciudad de los inventos”, vio nacer el automóvil y la bicicleta. Su imponente castillo barroco, el segundo más grande de Europa tras Versalles, domina el paisaje junto al Rin. El casco urbano en cuadrícula, la icónica Torre de Agua y museos como la Kunsthalle y los Reiss-Engelhorn completan una ciudad vibrante y cosmopolita, ideal para quienes buscan cultura con un toque de innovación.
Fráncfort del Meno, con raíces romanas, creció como centro comercial y ciudad libre del Imperio. En el Renacimiento destacó en la imprenta y más tarde en la ciencia con su universidad. Tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, resurgió como capital financiera europea, sede del Banco Central Europeo. El río Meno ha sido clave para su desarrollo, conectando y nutriendo esta ciudad dinámica y cosmopolita.
Koblenz, en la confluencia del Rin y el Mosela, fue fundada por los romanos como “Confluentes”. Su posición estratégica la convirtió en fortaleza y centro comercial clave. Hoy, conserva murallas y torres medievales que evocan su pasado. Destacan la Fortaleza de Ehrenbreitstein, el Deutsches Eck y su encantador casco antiguo. El paisaje fluvial, con castillos y viñedos, completa el encanto histórico de la ciudad.
Köln, fundada por los romanos en el año 50 d. C., creció gracias al Rin y se convirtió en un próspero centro comercial. En la Edad Media fue clave en la Liga Hanseática y un foco de saber. Pese a guerras y destrucción en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad renació y hoy combina industria, historia y cultura. Su símbolo es la imponente Catedral de Colonia, joya gótica y Patrimonio de la Humanidad.
Dordrecht, en el suroeste de los Países Bajos, combina historia, arte y naturaleza. A orillas del río Maas, destaca por su arquitectura y monumentos como la Grote Kerk y el Groothoofdspoort. El Dordrechts Museum y el Huis van Gijn ofrecen una rica visión cultural. Con acogedores cafés y su cercanía al parque nacional De Biesbosch, Dordrecht es un destino ideal para quienes buscan patrimonio y paisajes naturales.
Rotterdam es una declaración de estilo: audaz, vanguardista y sorprendente. Tras la devastación de la guerra, renació como capital del diseño contemporáneo. Su perfil urbano, apodado el “Manhattan del Mosa”, deslumbra con rascacielos, el puente Erasmus —que se eleva como un cisne—, la torre Euromast y las icónicas Cubic Houses. Con arte, arquitectura y energía creativa, la ciudad mira al futuro con elegancia.
Ámsterdam, capital de los Países Bajos, deslumbra con sus canales, historia y arte. En la Plaza de los Museos, se exhiben obras de Rembrandt y Van Gogh, mientras que la Casa de Ana Frank conmueve con su relato. Más allá del centro, hay rutas de ciclismo, lagos y canales para deportes acuáticos. Su vibrante vida nocturna y coffee shops completan la experiencia en esta ciudad única.